24 de agosto de 2013

Catarro en los niños, ¿Qué debemos saber?

El catarro o resfriado común es el diagnóstico más frecuente en pediatría, tanto en Atención Primaria como en los Servicios de Urgencias. Los niños son especialmente susceptibles a esta infección debido a la falta de desarrollo de inmunidad ante la mayor parte de los virus causantes.

Si bien es cierto que los resfriados no tienen un tratamiento curativo, supone un incalculable número de visitas al pediatra y múltiples prescripciones, muchas veces innecesarias, en forma de antibióticos, antitusígenos, antitérmicos, mucolíticos o descongestionantes. De ahí la importancia de conocer a fondo a este tema, que me motivó a escribir este post.



¿Cual es su causa?
El resfriado común está producido por un amplio número de virus. Los rinovirus son la casa más frecuente, aunque también son producidos por coronavirus, el virus respiratorio sincitial, adenovirus, enterovirus, influenza... Los catarros son más frecuentes en otoño e invierno. Y esto es así porque los virus sobreviven mejor a bajas temperaturas. Además, tendemos a estar más tiempo en sitios cerrados, como las aulas, lo que facilita que los virus circulen y se propaguen con facilidad. ¡Los catarros no ocurren porque los niños  "se enfríen"! No aparecen por estar sin chaqueta, por andar con los pies descalzos o por beber bebidas frías. Estos son falsos mitos.
El número de episodios es elevado durante la infancia (entre 4 y 8 por año), siendo todavía más frecuentes cuando los niños asisten a la escuela infantil, siendo habitual en estos casos una infección al mes. El número de resfriados va disminuyendo con la edad hasta llegar a lo normal en el adulto que son 3-4 por año.
El gran número de virus que causan esta enfermedad, y su capacidad para mutar, imposibilita el desarrollo de una inmunidad "para siempre". Es decir, podemos contagiarnos varias veces por los mismos virus.

¿Cómo se contagia?
A través de contacto directo con secreciones nasales infectadas. Los virus también pueden sobrevivir en las manos durante 2 horas e incluso varios días en superficies inanimadas. De ahí la importancia de lavarse las manos si estamos resfriados o convivimos con alguien que lo esté.

¿Cuales son los síntomas?

  • Mucosidad nasal variablemente, que inicialmente puede ser "agüilla" y progresivamente volverse más espesa, sin ser esto significado de sobreinfección bacteriana.
  • Obstrucción nasal, especialmente en lactantes.
  • Tos, inicialmente no productiva y posteriormente acompañada de expectoración.
  • Estornudos, lagrimeo y congestión ocular.
  • Dolor de garganta, especialmente en los niños mayores.
  • Fiebre, más frecuente en niños entre los 3 meses y los 3 años. La fiebre puede ser muy elevada y durar hasta 72 horas, sin que signifique que exista sobreinfección bacteriana.
  •  En los niños más pequeños puede existir también afectación del estado general, rechazo de la ingesta y decaimiento.




¿Cuánto suele durar?
La duración oscila entre los 4 y 10 días. Después suele quedar una tos residual, sobre todo nocturna, que puede durar hasta tres semanas, sin que signifique que exista sobreinfección. A veces durante este tiempo de convalecencia existe una nueva infección, por lo que da la falsa sensación de que hay un empeoramiento, cuando realmente se trata de un proceso diferente.

¿Cómo se trata?
El mejor tratamiento del resfriado común es la NO utilización de fármacos  Sí, sí, como leéis.
Para tratar la obstrucción nasal pueden usarse lavados nasales con suero salino fisiológico o bien soluciones hipertónicas. Con ello lo que conseguiremos es arrastrar el moco e hidratarlo. Se pueden realizar tantas veces como sea necesario, siendo sobre todo recomendables antes de comer, para que puedan comer mejor, y antes de dormir, para que tengan un mejor descanso.
La forma de realizar el lavado nasal variará en función de la edad del niño. En bebés pequeños lo haremos acostados boca arriba. Giraremos la cabeza del bebé hacia un lado y le meteremos el suero por el orificio nasal que quede arriba. El moco saldrá por el otro agujero, y parte se lo tragará.
En niños más mayores puede hacerse sentados, poniéndose la persona que lo va a hacer por detrás.
Las medidas posturales son también importantes. Para dormir es útil que estén semiincorporados 30 grados. Para ello podemos poner una toalla o una almohada fina por debajo del colchón.
En algunoa casos podrían usarse descongestionantes farmacológicos en niños mayores de 6 años Debemos tener cuidado con estos medicamentos, usados en forma de gota o pulverizados con spray, porque si abusamos de ellos podría producirse efecto rebote, produciendo todavía más congestión.


¿Y qué pasa con los famosos jarabes para la tos?
Ningún estudio ha demostrado su eficacia. Sí podrían utilizarse en el caso de tos seca, no productiva, que interfiera con el descanso o la actividad del niño. En cualquier caso es muy habitual que las mamás refieran que esos jarabes "no le hacen nada". Pero ojo, no deberían usarse en niños pequeños.
Un truco " de la abuela" que podría resultar efectivo es la ingesta de miel. Se ha visto que tomar entre media y dos cucharaditas de café es útil en el control de la tos seca nocturna, pero debe evitarse en los menores de un año.

¿Y los mucolíticos?
El único mucolítico que ha demostrado su eficacia de forma concluyente es el AGUA. Por eso, ante un resfriados, los pediatras recomendamos un abundante ingesta de agua. No hay estudios que avalen la eficacia de los fármacos mucolíticos ni descongestionantes en niños. Los antihistamínicos tampoco son útiles en estos casos.

Y el paracetamol y el ibuprofeno...
Lo daremos solo en caso de fiebre o malestar general, siguiendo las recomendaciones que os expliqué aquí.

¿Hará falta un antibiótico?
De entrada NO. Como vimos los catarros o resfriados comunes son producidos por virus. Y los antibióticos son fármacos que "matan" bacterias, por lo que de entrada no nos serán de utilidad. Usados de forma incorrecta lo que conseguiremos es crear resistencias bacterianas, de modo que cuando los necesitemos de verdad, no nos resultarán útiles.
Y no, el moco verde no es indicativo de que el niño necesita antibiótico. Este color se produce porque las "defensas" que se encuentran en el moco, más técnicamente llamadas leucocitos, producen unas sustancias llamadas enzimas que se encargan de eliminar los "bichos" que  nos están atacando. Así que, lejos de significar que la infección se ha complicado, es más el proceso normal de un cuadro catarral.

¿Tu hijo está siempre con mocos?
Puede ser normal... Hay que tener en cuenta que los niños, sobre todo en su más tierna infancia, pueden tener hasta 8-9 catarros al año. Considerando que la mayor parte de estas infecciones se producen durante los meses fríos y que pueden durar más de dos semanas... tenemos los mocos asegurados todo el año hasta el verano, que nos darán algo de tregua.

11 de agosto de 2013

¿Cómo preparar un biberón?

Las preguntas más frecuentes de las madres primerizas rodean el tema de la preparación de los biberones. El objetivo de este post es esclarecer las dudas que aparecen con más frecuencia sobre este tema.


El primer paso es esterilizar el agua. Si es agua del grifo es necesaria hervirla. Para ello ponemos el agua a hervir en un recipiente limpio. Una vez que entre en ebullición, debemos esperar 3 minutos más y luego retirarla de la fuente de calor.
Sin embargo, si es agua embotellada, este paso ya no sería necesario. Es más recomendable un agua de mineralización muy débil, tal como puede ser el agua Bezoya.

A continuación llenamos los biberones con el agua caliente y los montamos, con las manos bien limpias. Podemos almacenar biberones con el agua preparada durante al menos 24 horas, no más tiempo.

Cuando necesitamos un biberón, lo calentamos. Para ello podemos utilizar un calienta biberones, el baño maría, y en último caso, el microondas.  Debemos tener en cuenta de que si usamos esta última opción, la temperatura del biberón sera heterogénea, ya que se obtiene una temperatura más elevada en la parte superior del biberón. Una vez sacado del microondas, debemos agitarlo de forma que la temperatura de la leche sea homogénea en todos los puntos.

A continuación aportamos un cacito de la leche en polvo por cada 30 mL de agua. Es decir, para 30 mL un cacito, para 60 mL dos cacitos, etc. Agitamos bien para evitar los grumos y quede una solución homogénea.

Por último comprobamos la temperatura del biberón en el dorso de nuestra mano antes de ofrecérsela al niño. Si está demasiado caliente, puedes enfriarlo un poco poniendo el biberón debajo de un chorro de agua fría.

¡Y listo!
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