17 de febrero de 2019

Mi bebé está estreñido

La primera pregunta que quiero hacer es... ¿Seguro que tu bebé está estreñido?
Muchas veces los padres tienen una falsa percepción sobre el hábito intestinal de sus bebés, y en realidad, estamos ante "falsos estreñimientos" o variaciones fisiológicas  "normales" de las deposiciones, que se pueden percibir como un problema pero realmente no lo son.

  1. En primer lugar es necesario saber que en un bebé amamantado puede considerarse normal desde la evacuación frecuente (incluso de 10 veces al día las primeras semanas, con heces blandas, semilíquidas o grumosas), hasta 15 o más días sin hacer deposición, siempre que no haya molestias, durante un periodo transitorio entre el segundo y cuarto mes de vida. 
  2. Los niños que reciben lactancia artificial suelen tener un ritmo intestinal distinto con respecto a los que reciben leche materna, ya que la artificial favorece el estreñimiento. Cuando a un niño previamente amamantado se le da un biberón con fórmula las heces suelen hacerse más firmes y menos frecuentes, y no por ello estar estreñidos. 
  3. En bebés pequeños son frecuentes los "pujos". Están un buen rato apretando, se ponen rojos, a veces incluso lloran, hasta que consiguen hacer deposición. Pero esta no es dura, si no que incluso líquida. A esta situación se le llama "disquecia del lactante". Esto se produce porque el bebé no consigue coordinar la musculatura abdominal con la relajación del esfinter anal externo. Es como si empujaran pero con la compuerta cerrada. El bebé tiene que "aprender" a hacer deposición, y coordinar estos movimientos, y a veces puede tardar unas semanas. Pero esto no significa que esté estreñido. 
Si las heces son duras, y el lactante además manifiesta mucho malestar y una eliminación dificultosa puede justificarse la introducción de cambios en la dieta, bien mediante variaciones de la alimentación complementaria, o bien con el cambio a una leche artificial con fórmula "antiestreñimiento". 
La práctica de estimulación rectal, la administración de supositorios, enemas y laxantes orales están desaconsejados en estas edades. Las infusiones comerciales y algunos preparados "naturales" y remedios caseros tampoco tienen eficacia probada. 

15 de febrero de 2019

¿Por qué se produce el estreñimiento?

El dolor que se produce con la deposición es una experiencia desagradable para el niño, que intentará evitar a toda costa. Este dolor puede producirse por hábitos dietétitos inadecuados, como una alimentación baja en fibra y escasa ingesta de agua, situaciones de tensión emocional, algunos fármacos, miedo a defecar o falta de tiempo.


Cuando el niño siente las ganas de hacer deposición y se niega a hacerla por el motivo que sea, lo que hace para ello es contraer el esfínter anal externo de forma voluntaria:"retiene la caca". Esta masa fecal queda acumulada en la ampolla rectal. Cuando esto se produce repetidamente "tengo ganas de hacer caca --> retengo la caca --> se acumula en el recto", lo que ocurre es una distensión progresiva del recto, pudiendo incluso llegar hasta el colon descendente, reteniendo todavía más cantidad de heces.
Cuanto más tiempo se mantenga ese bolo fecal ahí, más agua se absorberá, y por lo tanto las heces se harán más duras. Con ello, se hará más difícil su eliminación ya que se "impactará", pudiendo producir dolor abdominal. A veces lo que ocurre es que hay tal cantidad de heces en el recto, que finalmente acaba expulsándose por "rebosamiento", el niño mancha el calzoncillo o "se hace caca" sin darse cuenta: es lo que se llama encopresis.

Debemos evitar entrar en este círculo vicioso de "dolor al defecar / retención / acumulación de heces cada vez más duras / más dolor al defecar" con el tratamiento adecuado, que se basará en medidas conductuales, dietéticas y en el uso de preparados farmacéuticos si es necesario. Podéis echar un vistazo al tratamiento del estreñimiento aquí.


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14 de febrero de 2019

Las bronquiolitis

Las bronquiolitis nos traen de cabeza tanto a pediatras como a padres. En invierno son una de las patologías que más vemos en bebés en la consulta, y además son motivo frecuente de ingreso hospitalario durante el invierno .


¿Qué son las bronquiolitis?
Se llama así al primer episodio de infección respiratoria que afecta a vía pequeña de un niño menor a 2 años. La parte del sistema respiratorio que se afecta son los bronquiolos, que se inflaman y se llenan de moco. Esto hace que se produzca una obstrucción a la entrada de aire, y da lugar a los "pitidos" o sibilancias que escuchamos con el fonendoscopio, y que incluso los padres podéis escuchar si acercáis el oído al pecho de vuestros hijos.
Son infecciones producidas por virus, siendo el agente causal más frecuente el virus respiratorio sincitial (VRS). Otros virus son el de la gripe, el rinovirus, el adenovirus o el parainfluenza.
En adultos o niños más mayores la misma infección suele cursar como un cuadro catarral sin mayores complicaciones, pero los niños pequeños al tener unas vías respiratorias más pequeñas, se obstruyen con más facilidad.
Es una enfermedad muy habitual, ya que 1 de cada 3 niños la padecen. Es especialmente frecuente entre los 2 y 6 meses de edad.

¿Qué síntomas produce?
Inicialmente parece un cuadro catarral, aparece moco nasal, tos leve y a veces fiebre.  Progresivamente la tos empeora y puede aparecer dificultad respiratoria, que podemos diferenciar de la respiración normal porque al niño se le marcan las costillas al respirar, o respira "levantando" el abdomen. Esto es debido a la incapacidad de los pulmones para llenarse con normalidad, que se ayudan de los músculos intercostales y abdominales para conseguirlo. Además la respiración se vuelve más rápida y agitada. Muchas veces también rechazan las tomas debido a la fatiga.
En general las bronquiolitis tienen una duración de unos 7-10 días, pero la tos puede durar incluso un mes.
Suelen ser más graves en los bebés más pequeños, en los prematuros, y en casos de inmunodeficiencia, enfermedad respiratoria de base o cardiopatía congénita.

¿Cómo se diagnostica?
No hay ninguna prueba para diagnosticar la bronquiolitis. No hace falta ninguna prueba complementaria de tipo radiológico ni analítico. El diagnóstico nos lo dará la auscultación. Existen algunas pruebas microbiológicas que se hacen en el moco nasal que nos ayudarán a determinar el agente causal.


¿Cómo se trata?
Lamentablemente a día de hoy no hay ninguna medicina o fármaco eficaz para combatir esta infección. La bronquiolitis debemos pasarla, y el tratamiento estará dirigido a aliviar los síntomas.
En las bronquiolitis serán fundamentales medidas de soporte y cuidados generales:
  • Hacer lavados nasales con suero salino fisiológico si hay mucha congestión nasal, sobre todo antes de las tomas y antes de dormir. 
  • Mantener al niño bien hidratado, ofreciendo líquidos (agua o leche) de forma frecuente. Suelen tolerar mejor tomas más pequeñas pero más frecuentes. 
  • Posición semiincorporada, unos 30 grados, esto les ayuda a respirar mejor. 
  • Si tiene fiebre se pueden dar antitérmicos si es necesario. Puedes revisar el tratamiento de la fiebre aquí
  • En cuanto al empleo de fármacos, si revisamos la literatura científica resulta bastante desalentadora. El uso de broncodilatadores como el salbutamol (Ventolin) o los corticoides orales no está demostrado que mejore su evolución. Sin embargo, si vuestros hijos han tenido algún episodio de bronquiolitis sabréis que muchas veces estos se usan. Su uso debe ser individualizado, ya que algunos niños sí que mejoran con ellos. 
  • Los jarabes mucolíticos o antitusígenos no están indicados y pueden ser perjudiciales.
  • Los antibióticos son solamente útiles en caso de infección bacteriana, por lo que en este caso no juegan ningún papel, ya que son infecciones producidas por virus.

¿Cuáles son los signos de alarma?
  • Dificultad respiratoria: respiración muy agitada o rápida, las costillas se marcan, se hunde el cuello, se mueve mucho el abdomen... en los bebés más pequeños, esta dificultad respiratoria puede no ser tan evidente, y pueden aparecer apneas (cese de la respiración durante unos segundos).
  • Color azulado alrededor de los labios o uñas. 
  • Rechazo de la alimentación: es normal que coman menos de lo habitual durante el proceso, pero si come menos de la mitad de lo habitual, es aconsejable acudir al pediatra. 
  • Mal estado general, decaimiento, somnolencia. 

¿Cómo se puede prevenir?
Una vez tenemos tos y mocos no hay forma de evitar que desencadene en una bronquiolitis si esto iba a ocurrir. Así que eso de "dame algún medicamento para evitar que vaya a más" no sirve de nada. Ningún fármaco evita esta progresión. Lo que sí es cierto es que hay varios factores que podemos controlar como son:
  • Lavado de manos frecuente.
  • Evitar contacto con personas enfermas. Para un adulto la infección puede ser un simple resfriado común, pero en el lactante, sobre todo en los más pequeños, la enfermedad puede ser mucho peor.
  • Evitar la exposición al tabaco. Ya que el humo del tabaco empeora la evolución de las bronquiolitis, así como de otros cuadros de bronquitis de repetición como en caso de asma. Así que ya sabéis, no fumar en casa.
  • Promover la lactancia materna, ya que es un factor protector contra esta enfermedad.

Si ha tenido una bronquiolitis, ¿significa que será asmático?
Los niños que han tenido una bronquiolitis tienen más riesgo sufrir episodios similares, es decir, tener episodios de tos con pitos en el pecho y/o dificultad respiratoria asociados a catarros o infecciones respiratorias. Y aunque en la práctica muchas veces se llaman "bronquiolitis" a los distintos episodios, técnicamente se denomina de esta manera al primer episodio. Los siguientes episodios se denominan "sibilancias recurrentes del lactante", "hiperreactividad bronquial" o "bronquitis". Suele pasar los primeros 3-4 años de vida, sin que esto signifique que serán asmáticos. Sí que es cierto que hay un grupo de niños, genéticamente predispuestos, que podrían desarrollar asma posteriormente.
Si las crisis son muy repetidas, a veces se puede prescribir medicación que ayuda a prevenirlas, de modo que aunque no previene las recaídas al 100%, puede espaciarlas y/o hacerlas menos graves.

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10 de febrero de 2019

¿Cual es el mejor yogur para mi hijo?

El yogur es un alimento nutricionalmente interesante para la población infantil, ya que tiene una densidad calórica baja, una buena proporción entre los distintos macronutrientes (hidratos de carbono, grasas, proteínas de alto valor biológico), tiene calcio fácilmente absorbible para nuestro organismo, así como otros minerales y vitaminas liposolubles. Tiene muy poca cantidad de lactosa, por lo que es una buena opción para aquellos niños con intolerancia a la lactosa que no quieran renunciar a los lácteos. Además, al ser un producto fermentado, es más fácil de digerir y tolerar.


Cuando vamos al supermercado, a veces podemos sentirnos abrumados por la oferta tan grande que tenemos en estos productos lácteos: yogures azucarados, edulcorados, con frutas, cereales, de sabores, líquidos... Pero si nos ponemos a mirar listas de ingredientes y tablas nutricionales, veremos que las opciones saludables son las minoritarias.

¿Cual será el tipo de yogur ideal para nuestros hijos? 
El YOGUR NATURAL sin azúcar. Sí, el de toda la vida. Para saber qué yogur elegir debemos mirar dos cosas. Primero, la lista de ingredientes. El más adecuado será aquel con los ingredientes más básicos: leche, fermentos lácticos, y ¡poco más! Y en segundo lugar, la tabla nutricional. Un buen yogur, tendrá entre 4-5 gramos de azúcares por cada 100 gramos. Mayores cantidades nos podrían estar indicando que tiene azúcares añadidos, además de los naturalmente presentes.


Otra buena opción son los yogures griegos. Son algo más calóricos, por lo que su consumo debería ser algo más ocasional.
No es necesario que los yogures sean desnatados. Mejor que sean elaborados con leche entera.
Otras opciones como "El primer danone", Danonino, y en general aquellos que tengan la coletilla de "infantil" o "junior" suelen tener demasiados azúcares. Recordad leer siempre etiquietas.

¿Y si no le gusta el sabor?
Algunos podréis decir que estos yogures tienen sabor ácido y que no les gustan a vuestros hijos. Lo ideal es ir acostumbrando el paladar a los sabores reales, sin necesidad de endulzar. Pero en cualquier caso siempre podremos añadir fruta en trozos o triturada. Recordad que la miel no debe darse antes del año de vida para endulzar, por riesgo de botulismo.

¿A qué edad se puede ofrecer el yogur?
Debemos saber que si un niño recibe lactancia materna, o en su defecto artificial, no necesita más lácteos a mayores. Por ello es recomendable esperar al menos hasta los 9 meses, momento en que se puede empezar a ofrecer en pequeñas cantidades.

¿Y si no quiere yogur?
Recordad que los lácteos no son la única fuente de calcio. Son alimentos interesantes, sí, pero no son imprescindibles en la alimentación de los niños ni de los adultos.
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