Tras la salida del hospital se le volverá a pesar a los 15 días, coincidiendo con la primera visita al pediatra. A continuación se pesa al mes de vida, y después cada 2 meses aproximadamente. Después de cumplir el año los controles se espaciarán. Si existe algún problema en cuanto a la ganancia ponderal, lo más probable es que se incluya algún control adicional entre los habituales.
No es necesario pesar al bebé con mayor frecuencia, ni obsesionarse con la ganancia de gramos. Lo importante es ver al niño contento y activo, ver su aspecto general. Pesarle diariamente o semanalmente puede llevar a error y alarmarnos de forma innecesaria, ya que podemos encontrarnos con pérdidas de peso sin importancia o ganancias pequeñas. El crecimiento de los niños no es constante, no engordan lo mismo cada semana y su peso puede variar en función de pequeños factores: la hora del día en que se pese, la cantidad de leche ingerida previamente, su edad, el tipo de alimentación, si ha hecho pis o caca antes de pesarse, el modelo de la báscula... etc.
De igual modo no engorda ni crece de la misma manera un niño de un mes que un niño de 7 meses. Muchos padres se alarman porque con el paso del tiempo el niño engorda menos. No es que engorde menos, es que los bebés más mayores simplemente empezarán a coger peso a un ritmo distinto, que es el normal para la edad.
Tampoco os obsesionéis con los gráficos y percentiles. Es algo orientativo. Es igual de normal estar en un percentil 10 que un percentil 90. Es sólo estadística. Cada niño es diferente y cada uno tiene un ritmo de crecimiento distinto.
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