El Helicobacter pylori es una bacteria que coloniza el estómago. Esta infección es muy común en la población, afectando hasta un 50% de la misma. Se transmite de persona a persona, y la infección se adquiere frecuentemente en la infancia.
Tras la infección, se produce una inflamación de la mucosa del estómago, pero sólo aparecen síntomas en un 20-30% de las personas que se infectan. Es decir, en la mayoría de las ocasiones, sufrimos la infección y no nos enteramos.
¿Cuales son los síntomas?
Suele presentarse como dolor abdominal que se localiza en la zona del estómago, y que con frecuencia ese dolor hace que el niño se despierte de noche. A veces se acompaña de vómitos, que pueden ser con sangre, siendo esto sugestivo de la presencia de una úlcera. En cualquier caso sólo un pequeño número de pacientes infectados por el germen desarrollan esta complicación.
Se ha asociado también la infección por Helicobacter pylori con anemia ferropénica,que no responde adecuadamente al tratamiento con hierro. Esto es así porque parece que la bacteria interfiere en el metabolismo del hierro ya que lo necesita para su crecimiento.
¿Cómo se diagnostica?
La prueba de elección es la endoscopia digestiva con toma de muestras para estudio al microscopio y realización de cultivo. Sin embargo, este es un método diagnóstico invasivo, por lo que previamente suelen realizarse otras pruebas. Una de ellas es el test del aliento y otra es la determinación del antígeno de H. pylori en heces.
Es importante destacar que estas dos pruebas no invasivas sirven para detectar la infección por Helicobacter pylori, pero no enfermedad ulcerosa, por lo que realmente no sirven para indicar el tratamiento (como veremos más adelante, la infección por este germen no implica sistemáticamente tener que tratar).
Por eso mismo, la endoscopia tiene la ventaja de poder diagnosticar la gastritis o úlcera y descartar otras causas que expliquen los síntomas del niño diferente de la infección por H.pylori.
Algunos médicos todavía siguen solicitando la serología frente a H.pylori, que es una prueba que se realiza en una muestra de sangre. Sin embargo no es útil, ya que sólo indica que se ha producido contacto con la bacteria,y puede ser positiva años después de la erradicación de la bacteria.
En cualquier caso vuestro pediatra puede optar también por la opción de realizar el diagnóstico de la infección con un test no invasivo y su tratamiento sin realizar endoscopia.
¿Cómo se trata?
Es importante destacar que el hecho de que el diagnóstico de una infección por H.pylori no quiere decir que siempre lo tratemos de forma indiscriminada. Según las últimas recomendaciones científicas, estaría claramente indicado tratar en caso de presencia de úlcera o anemia ferropénica que no responde al tratamiento. No está indicado en caso de no haber ningún síntomas y en otros casos la indicación de tratar es más controvertida.
El tratamiento habitual frente a H.pylori es la triple terapia con un protector gástrico (como el omeprazol) y dos antibióticos, siendo los más usados la amoxicilina y claritromicina. La duración del tratamiento suele ser de 14 días.
Los test no invasivos, el test del aliento o la determinación de antígeno en heces, se usarán también para control de erradicación de la bacteria.
En caso de no erradicación de la bacteria, y si no se ha realizado una endoscopia previamente, puede ser ahora necesaria para tomar una muestra para cultivo, y determinar en concreto a qué antibióticos es sensible y realizar un tratamiento dirigido en función de estos resultados.
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