¿Qué son?
Los tics son movimientos estereotipados, sin objetivo, inoportunos y absurdos de los músculos. Son involuntarios, aunque el niño tiene cierto control sobre ellos. Generalmente se viven como una pulsión, cuya ejecución produce sentimiento de calma. Se estima que afecta entre el 3-6% de los niños entre los 6 a 11 años.
En los niños los tics pueden adoptar distintas formas, e incluso dentro del mismo paciente, pueden variar a lo largo del tiempo. Se clasifican en tres tipos:
- Tics motores simples: aquellos que incluyen un sólo músculo o grupo muscular.
- Tics motores complejos: aquellos que implican varios grupos elaborados, provocando movimientos elaborados.
- Tics fónicos: vocalizaciones, ruidos simples o incluso lenguaje articulado.
Los tics ocurren muchas veces al día (usualmente en brotes) casi cada día. Suele comenzar antes de los 18 años, generalmente entre los 5 y los 10 años. Causan un disturbio importante que repercute en la vida social, ocupacional y otras áreas importantes de su actividad.
Un hecho muy importante para diferenciarlo de otros movimientos anormales es que el tic es el único movimiento que el niño puede reproducir voluntariamente.
¿Por qué se producen?
Los tics se pueden clasificar, por otro lado en primarios o secundarios.
Los primarios son aquellos que se producen de forma aislada,mientras que los secundarios son aquellos que se asocian a ciertas enfermedades o la toma de algunos medicamentos.
En el caso de los primarios, su causa todavía se encuentra a debate. Se habla de cierta predisposición genética, en cualquier caso serían efecto de un desequilibrio de neurotransmisores.
¿Cual es su evolución?
Los tics suelen desaparecer. Algunos desaparecen antes del año, llamados tics transitorios; otros más duraderos como los tics crónicos o los que se enmarcan en la enfermedad de Tourette, desaparecen también espontáneamente en un 70% de los casos antes de los 17 años.
¿Cómo se tratan?
En casos leves, es suficiente un seguimiento evolutivo. Sin embargo, en casos moderados o graves, en los que los tics crean problemas en el niño o en el entorno escolar, puede estar indicado el tratamiento con pimozide o clonidina, o incluso con risperidona o aripripazol en casos más severos.
Conclusiones
Los tics no ponen en peligro la vida del niño, y en un porcentaje de casos crónicos o en la enfermedad de Tourette son autolimitados.
La base de este trastorno no es psicológica, aunque sí que es cierto que el nerviosismo o la ansiedad pueden aumentar su frecuencia. En cualquier caso son involuntarios, por lo que los familiares deben aceptar el transtorno del niño y no culpabilizarlo.
El tratamiento farmacológico no está indicado de entrada. En caso de que la intensidad de los síntomas lo justifique, podría iniciarse tratamiento, que es únicamente sintomático, no trata la causa.
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