14 de septiembre de 2012

Faringoamigdalitis: ¿antibiótico sí o no?

En mi última guardia he visto muchos niños que acudían por fiebre y cuyo origen finalmente se localizaba en la garganta. Cuando estamos ante una faringoamigdalitis, como os comentaba en mi anterior post, la causa puede estar en un virus o una bacteria (siendo la más frecuente el Streptococcus pyogenes).
A "simple vista" es dificil acertar cuando la infección tendrá un origen vírico o bacteriano. Y aún cuando nos inclinamos por elegir una de estas opciones, cuando hacemos pruebas diagnósticas que nos ayudan a determinar la causa, nos llevamos sorpresas.

Algunos médicos optan por tratar sistemáticamente las faringoamigdalitis con un antibiótico. De hecho, algunas madres acuden a urgencias ya sabiendo lo que tiene su pequeño, porque le ha ocurrido otras veces, y te piden (a veces de malas maneras) que les recetes un antibiótico.
Hay que tener muy claro que en los niños la mayoría de las faringoamigdalitis son de causa vírica y se van a resolver solas con el paso de los días. No hace falta ningún tratamiento, sólamente ibuprofeno para aliviar la fiebre y bajar la inflamación. Los antibióticos actúan únicamente contras las bacterias, no actúan sobre los virus, por lo que si damos antibióticos por sistema, en la mayoría de los casos estaremos dando medicación sin necesidad.

Y dar antibióticos de forma injustificada tiene sus peligros y contraindicaciones. Y es algo que repito en urgencias guardia tras guardia. Dar antibióticos sin necesitarlos puede dar lugar a resistencias. Es decir, en el momento en que realmente se necesiten antibióticos, puede que ya no hagan efecto. Así mismo, los antibióticos siguen siendo medicamentos, y como tal, tienen sus efectos secundarios, no nos olvidemos.

Por ello es importante concienciar tanto a los padres como a los médicos. Considero que la mejor opción es confirmar primero que estamos ante una infección bacteriana (por ejemplo con un test de detección rápida o Streptotest) y realizar un cultivo de una muestra de exudado de las amigdalas o paladar. Debemos guiarnos así mismo por la evidencia epidemiológica y clínica de la que os hablaba en el anterior post. Así daremos antibiótico cuando realmente es necesario.

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