Ya hablamos sobre la importancia de la protección solar en niños, y de algunas estrategias que podemos utilizar en nuestro a día a día para limitar la exposición al sol, aquí.
Una de las medidas era el uso de las cremas solares.
¿Qué es un fotoprotector?
Los fotoprotectores son aquellas sustancias que absorben y filtran la radiación UV (lo que evita su penetración hacia la epidermis y la dermis), dispersan y reflejan las radiaciones. Son una medida fundamental de protección frente a las radiaciones UV, y su utilización es muy importante y necesaria.
Existen diferentes tipos de protectores solares:
- Filtros físicos o inorgánicos.
- Filtros químicos u orgánicos
- Filtros mixtos (combinación de filtros físicos y químicos)
Los
filtros físicos o inorgánicos actúan como una barrera física, absorbiendo y dispersando la radiación UV, impidiendo que penetre en ella. Son fundamentalmente el óxido de zinc y el dióxido de titanio. Como inconveniente de este tipo de protectores, es que la
su cosmética no es tan buena como los protectores solares a base de filtros químicos, por lo que algunos son como una pasta que puede ser dificil de extender y pueden dejar un
halo blanquecino. Si bien es cierto que estos productos han mejorado mucho, y los hay muy buenos y gustosos de aplicar. Estos filtros
no son irritantes ni sensibilizantes, ya que se trata de polvos inertes, por lo que se usan como primera elección en niños con historia de alergia a los fotoprotectores.
Los filtros químicos actúan absorbiendo la radiación solar y la transforma en otro tipo de energía que no provoca daño en la piel. Existen diferentes tipos en el mercado, como los cinamatos, las benzofenonas o los salicilatos. Tienen como ventaja que
cosméticamente son más tolerables ya que se esparcen mejor, y sin
incoloros, por lo que no dejan esa capa blanquecina cuando se aplican. Aunque en general son seguros, en niños pequeños o atópicos, por la especial sensibilidad de su piel, puede dar lugar a irritaciones o alergias.
Generalmente se usan combinaciones de varios para proporcionar estabilidad, seguridad y efectividad a los fotoprotectores. Suelen contener de 2 a 6 filtros solares que se conocen como fórmulas de filtros solares combinados que protegen frente a la mayoría de las raciones del espectro UV que afectan.
¿Qué es el factor de protección solar?
El Factor de Protección Solar o FPS
mide la eficacia del protector solar frente a una quemadura. Nos indica el número de veces que el protector solar es capaz de aumentar la capacidad de defensa de nuestra piel frente al eritema o enrojecimiento que sucede previo a una quemadura. Esto significa que si una persona puede estar 15 minutos bajo el sol sin quemarse, con un protector solar con SPF 15 por ejemplo, esta protección se multiplicaría por 15 (10x15=150 minutos). Pero es importante recalcar que, para que esto sea así, es necesario aplicar la cantidad correcta de producto y con la antelación necesaria, como veremos más adelante.
El
valor máximo de un protector solar es 50+. Se establece este límite máximo porque el incremento de protección solar por encima de este número es prácticamente nulo. El sistema de numeración de los FPS mide sobre todo la protección frente a UVB. El sistema de numeración de los FPS no es lineal: en los factores bajos de protección la actividad real del producto se incrementa considerablemente y en los valores altos los aumento de los FPS representan incrementos mínimos de protección. Y sí, quizás encontraréis algún protector solar que indique que tiene un SPF incluso de 100, pero simplemente es que no siguen la normativa vigente (que en este caso no de es obligatorio cumplimiento), ya que protegerían igual que un SPF50+ y simplemente es cuestión de marketing.
¿Y por qué hay que reaplicarlo cada 2-3 horas? Porque como dijimos el FPS es un valor que se refiere a la protección frente a los UVB, pero no a la radiación UVA, cuya protección es más variable y no está cuantificada. Si en el etiquetado aparece la palabra UVA rodeada por un círculo, indica que la protección contra este tipo de radiación es al menos 1/3 de la protección que nos ofrece frente a los rayos UVB. Además, el FPS se calcula en unas condiciones de laboratorio. En la vida real, hay diferencias en torno al índice UV que varía a lo largo del día, del año, en función de la latitud geográfica, y en diferentes en función del fototipo de piel (las pieles claritas se queman antes), etc. .
Qué fotoprotector elegir según la edad
A
los bebés menores de 6 meses no se les debe poner ninguna crema solar. Es más, debe evitarse
la exposición solar directa. Así lo dice la Academia Americana de Pediatría, la FDA y otros organismos oficiales. La piel de los bebés es muy sensible, más permeable y delgada, por lo que es más probable que absorban los productos químicos que contienen las cremas solares, y con ello también más probabilidades de reacciones cutáneas y alergias. Si queremos protegerlos que sea mediante la propia ropa, un buen gorrito y mucha sombra.
A partir de los 6 meses y hasta los 3 años, optaremos por los filtros físicos, aunque debajo de los 3 años de edad también se recomienda limitar las exposiciones solares.
A partir de los 3 años ya se podrían usar también los
filtros químicos o mixtos.
Cómo usar bien un fotoprotector
Recordad que siempre debemos buscar un protector solar con un
SPF alto, al menos de 30 y preferiblemente 50 y de
amplio espectro, es decir, que filtre tanto los rayos UVA como los UVB (UVA-UVB).
El uso correcto del fotoprotector es fundamental para que sea efectivo. Debe aplicarse con la piel bien seca. La mayor efectividad se consigue aplicándolo generosamente de
15 a 30 minutos antes de la exposición solar,
reaplicándolo en zonas fotoexpuestas
cada 2-3 horas o
tras actividades físicas intensas que puedan eliminarlo de la piel, como nadar, sudar excesivamente o limpiarse con la toalla. Un secado enérgico con la toalla puede eliminar hasta un 85% del producto. La reaplicación del producto incrementa de 2 a 3 veces la protección frente al sol.
La reaplicación tras la inmersión en agua es necesaria, aunque el filtro sea impermeable o resistente al agua. Se define como resistente al agua (wáter-resistant) cuando el FPS se mantiene después de 40 minutos de inmersión y se define como impermeable (waterproof) cuando es efectivo después de una inmersión de 80 minutos.
¿Qué cantidad aplicar?
Es importante recordar que para que la fotoprotección sea efectiva hay que aplicar la cantidad suficiente de crema. ¿Y cual es esa cantidad? Unos
2 mg/cm2, que es la que se usa en el laboratorio para medir su eficacia.
La mayoría de nosotros echamos poca cantidad con respecto a la que se considera necesaria para conseguir la protección que indica el bote (entre 0.5 y 1.3 mg/cm2) por lo que en las condiciones reales el FPS alcanzado es considerablemente menor que el esperado, y en muchos casos corresponde del 20 al 50% indicado en el producto.
De forma práctica, aplicaríamos
una cucharadita de café por cada zona corporal: 1 para cara y cuello, 2 para pecho y abdomen, 2 para toda la espalda, 1 para cada brazo y 1 para cada pierna: 9 en total.
Se debe aplicar el protector en todas las zonas expuestas, sin olvidarnos de zonas como la orejas, la nuca, las manos, los pies o los labios.
Las formas farmacéuticas son también importantes. Las formulaciones actuales incluyen cremas, geles, spray, espumas y lociones, que determinan la resistencia, la permanencia del producto en la piel la cosmética. Quizá con métodos como los sprays, las brumas o los geles nos apliquemos menos cantidad de la necesaria para conseguir la protección completa, por lo que en niños es preferible usar otros métodos.
¿Puedo usar el fotoprotector solar del año pasado?
Muchas veces sobra crema solar de un año para otro, y nos puede surgir la duda de si se podrá reutilizar o no. En estos casos,
debemos fijarnos en el símbolo P.A.O (
Period After Opening), y lo encontrarás en el envase de tu protector representado con la forma de un bote de crema abierto, donde dentro aparece un número seguido con una M.
El número del interior nos indica la cantidad de meses que dura el producto en perfecto estado una vez que lo hemos abierto. Normalmente los protectores solares tienen una duración de 6-12 meses. Si el protector solar está sin estrenar, nos fijaremos en su fecha de caducidad.
En el caso de usar un protector solar cuando se haya superado el valor del P.A.O, puede no ejercer correctamente su función, y el producto ya no nos asegura la protección que aparece en el envase, corriendo además riesgo de sufrir algún tipo de irritación en la piel al no encontrarse ya en las condiciones óptimas.
Si además el protector solar ha estado sometido a altas temperaturas (playa, interior del coche, etc) lo mejor es que lo tires y compres uno nuevo.
¿Y la vitamina D?
Una de las preocupaciones que puede surgir en esto de proteger tanto la piel es si con esto estamos disminuyendo su producción. Recordemos que la vitamina D no se consigue tanto por la alimentación, si no con la exposición al sol.
La evidencia científica disponible a día de hoy indica que el uso de fotoprotectores no afecta a los niveles de vitamina D en la población general. Quizá se deba a que nadie usa bien al 100% el protector solar, ya que se echa en cantidades insuficientes en general y no por debajo de la frecuencia recomendada. En cualquier caso no hay estudios científicos elaborados específicamente en edad pediátrica.
Fuentes:
http://aedv.es/wp-content/uploads/2015/04/dossier_campana_cancer_piel_ok.pdf
https://www.analesdepediatria.org/es-actualizacion-fotoproteccion-infantil-articulo-S1695403309003683