25 de enero de 2019

Fiebre en niños

Ahora con las guarderías, los colegios y la llegada del frío, los virus vuelven a ser protagonistas, y con las infecciones muchas veces viene la fiebre. Así que, que mejor momento para recordar algunos datos sobre ella y que no cunda la "fiebrefobia" cuando nuestros pequeños estén enfermos.


¿Qué es la fiebre?
Se trata de un síntoma - que no una enfermedad - que consiste en tener una temperatura axilar mayor a 38 grados. Hablamos sin embargo de febrícula cuando la temperatura se encuentra entre 37 y 38 ºC.
El aumento de la temperatura corporal no es más que una herramienta que tiene nuestro organismo para defenderse. Y es que se ha comprobado que la fiebre es un mecanismo fisiológico para aumentar la eficacia de nuestro sistema inmunitario: dificulta el crecimiento bacteriano y la replicación viral. Así pues, lejos de ser nuestra enemiga, puede resultar incluso nuestra aliada.

Fiebre no es siempre sinónimo de infección. Por ejemplo, en niños muy pequeños un sobreabrigo puede aumentar su temperatura corporal. Así mismo algunas vacunas, pueden también incrementarla

Si tiene fiebre alta, ¿es perjudicial? ¿Puede convulsionar?
Es importante recordar que la fiebre en sí no es mala. No produce daño cerebral, ni ceguera, sordera o muerte. 
Sí que es cierto que un pequeño porcentaje de niños tiene predisposición a tener convulsiones por fiebre, pero su tratamiento con antitérmicos no las evita. Existe más probabilidades de tener una convulsión febril si hay historia familiar de convulsiones febriles (por su transmisión genética) o en niños con retraso madurativo. 

¿Cuando debemos preocuparnos?
Cuando un niño tiene fiebre, ante todo, tranquilidad. Debemos después fijarnos en otros síntomas y signos secundarios que nos pueden orientar a un cuadro banal o a algo grave. Por ejemplo, si nuestro niño tiene un buen estado general, se muestra activo, sigue jugando, tiene buen color... podemos guardar la calma. Pero sin embargo, hay ciertos signos de alarma que debemos tener en cuenta ante un niño con fiebre:
  • Mal estado general, irritabilidad, letargia, decaimiento, confusión, no respuesta a estímulos físicos o verbales, dificultad para respirar
  • Presencia de petequias en la piel, esto es, manchitas rojas, generalmente puntiformes, que no desaparecen a la presión, sobre todo las que aparecen de la linea intermamilar hacia abajo. Las que aparecen por encima de esta linea imaginaria, pueden deberse simplemente por el esfuerzo que implican los vómitos o la tos repetida. Así mismo, una infección vírica también puede producir petequias.
  • En niños menores de 3 meses la fiebre adquiere mayor importancia, porque puede ser un síntoma de bacteriemia oculta.
  • Una temperatura corporal >41ºC.
  • Rigidez de nuca franca: sólo puede explorarse en niños mayores de 1-2 años. Se dice que hay rigidez de nuca cuando el niño no es capaz de sujetar un papel entre su mentón con la boca cerrada sobre su pecho. En cualquier caso, una temperatura corporal elevada puede producir cierta rigidez nucal, por lo que habría que valorarlo de nuevo tras bajar la fiebre.
  • Convulsiones, sobre todo si es la primera vez que ocurre.
¿Cuando se trata la fiebre?
No es necesario tratar la fiebre en sí e intentar bajarla hasta la temperatura  habitual. Lo que hay que tratar es el MALESTAR que acompaña a la fiebre o el dolor. 
Es decir, si nuestro hijo tiene 38ºC pero se encuentra activo y jugando, no hay que hacer NADA. 

¿Cómo debo tratar la fiebre?
El tratamiento de la fiebre se basa en medidas físicas y farmacológicas. 
Entre las medidas físicas se encuentran:
  • Permitir que el niño pierda el calor sobrante desabrigándole. Se le puede dejar simplemente con una camiseta o un body.
  • Ofrecer líquidos con frecuencia para recuperar las pérdidas y evitar las deshidrataciones.
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria desaconseja el uso de paños húmedos, friegas de alcohol, desnudar a los niños completamente, duchas y baños. 
Ante una febrícula (temperatura axilar entre 37-38 ºC) puede ser suficiente con medidas físicas, ya que existe una tendencia exagerada a tratar con fármacos cualquier ligero aumento de la temperatura corporal

Ante la fiebre que se acompañe de malestar general y/o dolor, además de la medidas físicas descritas se pueden emplear fármacos antitérmicos. Los más conocidos son el paracetamol (apiretal) y el ibuprofeno (dalsy). El paracetamol puede darse cada 4-6 horas, y el ibuprofeno cada 6-8  horas.
El primero se puede dar a cualquier edad, y el ibuprofeno a partir de los 6 meses. Os invito a releer el post "¿Cuanto dalsy hay que darle al niño?" para recordar la dosificación de estos medicamentos y las diferencias que existen entre paracetamol e ibuprofeno.

Los antitérmicos NO CURAN nada. Solo constituyen un tratamiento sintomático, para que los niños (y los padres) se sientan mejor. Como os decía, la fiebre en muchos casos es "buena", por lo que no es necesario dar antitérmicos sistemáticamente si el niño tiene fiebre pero excelente estado general. Es decir, si el niño tiene 37.5ºC pero se encuentra postrado y alicaído, es mayor motivo para tratarle que el niño con 38.5ºC pero que está contento, activo y "dando guerra". Así pues, a la hora de dar antitérmicos, mirad a vuestro hijo, no al termómetro.

También es importante recordar que ni la cantidad de fiebre ni su descenso tras la toma de antitérmicos orienta hacia la gravedad de la infección. 

Los antibióticos así mismo tampoco curan la fiebre. Hay muchos cuadros que producen fiebre que se resuelven solos, ya que muchos de ellos (la gran mayoría) están causados por virus. Y es que los antibióticos son unos fármacos que luchan solamente contra las bacterias. El empleo injustificado e indiscriminado de los antibióticos es la causa de que muchas bacterias se hagan resistentes a los mismos.

La pregunta del millón, ¿es aconsejable alterar antitérmicos?
La respuesta es NO. Lo ideal es elegir uno de ellos y seguir con ese, alternando con el otro solo si es necesario, es decir, si tras la toma de un fármaco los síntomas persisten o recurren antes de que podamos dar la siguiente dosis. Por ejemplo, si hemos dado paracetamol, y al cabo de unas horas el niño sigue con malestar, podemos dar ibuprofeno. Lo que no debemos hacer es dar un antitérmico distinto cada 4 horas de forma sistemática. 
Tenemos que tener en cuenta que el antitérmico bajará la fiebre 1-1.5ºC. Tampoco podemos pretender que el niño que tenga 39.8ºC se quede en 36.5ºC. Si el niño ya se encuentra bien, aunque persista algo febril, tampoco hay que sobremedicarlo. 

¿Se debe utilizar antitérmico para prevenir reacciones vacunales?
La respuesta es NO. No es necesario darles antes de la vacunación, o durante. Lo aconsejable es administrarlos solo si después de la vacunación se genera fiebre que genera malestar o dolor.