20 de octubre de 2012

¿Qué es una convulsión febril?

Uno de los grandes miedos que giran alrededor de la fiebre tiene relación con las convulsiones febriles.

¿Qué son?
Constituyen la causa más frecuente de crisis en la infacia. Son crisis convulsivas asociadas a fiebre, en ausencia de infección del sistema nervioso o alteraciones metabólicas, que ocurren entre los 6 meses y los 5 años de edad, siendo más frecuentes entre los 18 y los 24 meses.
Los procesos infecciosos en que se producen son generalmente de etiología viral, aunque también existen factores genéticos involucrados. Infecciones sin importancia como otitis, amigdalitis, gastroenteritis... pueden dar lugar a una convulsión febril.


¿Cuales son los síntomas?
Las convulsiones febriles se caracterizan por pérdida de consciencia y afectación motora (grupos musculares) de diferentes formas:
- Movimientos bruscos y repetidos de las extremidades, brazos y piernas, en forma de sacudidas más o menos rítmicas.
- Rigidez de todo o parte del cuerpo.
- Ausencia total de movimientos, con flaccidez generalizada.
Puede ir acompañada de movimientos de chupeteo de los labios, labios azulados, desviación de la mirada o mirada fija, una micción o defecación involuntaria.
Posteriormente al episodio el niño puede quedar con tendencia al sueño.


¿Qué tipos de convulsiones febriles existen?
De acuerdos a sus características, podemos diferenciar dos tipos:
- Convulsiones febriles típicas o simples: son generalizadas, únicas en un mismo episodio febril y de menos de 10-15 minutos de duración.
- Convulsiones febriles atípicas o complejas: cuando no cumple alguno de los criterios anteriores, es decir: son focales, vuelven a aparecer en las 24 horas siguientes o duran más de 10-15 minutos. También son poco habituales aquellas que aparecen en un lactante menor de 6 meses o mayor de 5-6 años, aquellas que aparecen 24 horas después del inicio de la fiebre y aquella que necesita más de una hora para una recuperación completa.

¿Cuando se producen?
Se presentan habitualmente coincidiendo con la elevación brusca de la fiebre, por encima de los 38.5ºC.
El factor más determinante es la rapidez en su elevación, más que la temperatura alta en si.

¿Hay riesgo de que vuelva a ocurrir?
Sí. El riesgo de reincidencia es del 25-30%, menos frecuente cuanto más tiempo pase del episodio. Los principales factores de riesgo son: primera crisis antes de los 12 meses de edad (siendo la edad el principal factor determinante de recurrencia), existencia de antecedentes familiares de convulsiones febriles, si se desencadena con fiebre baja o si ocurre con escasa duración de la fiebre.

¿Cual es su pronóstico?
El riesgo de desarrollar epilepsia es ligeramente superior que en la población general. En este sentido, los factores de riesgo son: antecedentes familiares de epilepsia, existencia de alteración neurológica previa, primer episodio antes de los 12 meses de edad o si las crisis febriles son complejas. Así mismo, un niño puede tener varias convulsiones febriles, sin que eso implique que sea epiléptico.
En cualquier caso, no se ha demostrado relación entre al presencia de la convulsión febril y la aparición posterior de trastornos del desarrollo o disminución del cociente intelectual. Es decir, las convulsiones febriles no dejan secuelas sobre la inteligencia ni el aparato locomotor.
Un niño con convulsiones febriles debe llevar una dieta absolutamente normal.

¿Qué debes hacer si tu hijo está convulsionando?

  • Lo más importante y dificil es mantener la calma. La mayoría de las convulsiones ceden solas en unos minutos. 
  • Poner al niño tumbado de lado, en el suelo o en un lugar donde no pueda hacerse daño (evitar caídas, golpes, o retirar objetos cercanos con los que pueda hacerse daño)
  • Retirar todo lo que tenga en la boca. No es necesario meter nada para mantener la boca abierta, ya que la mordedura de la lengua es excepcional.
  • Desnudar al niño. Quitar el exceso de abrigo. Aplicación de toallas o paños mojados con agua tibia por todo el cuerpo.
  • Poner paracetamol vía rectal. Evitar dar medicación por boca si el niño está inconsciente por riesgo de que se atragante.
¿Qué hacer en caso de fiebre?
Hay que actuar de igual manera que en otras ocasiones que el niño haya tenido fiebre. Es conveniente intentar bajar la temperatura. La administración de fármacos antitérmicos (siendo paracetamol e ibuprofeno los más empleados) no previenen la aparición de convulsiones febriles, pero aliviar la fiebre proporcionará confort y mejor estado general al niño. Por ello, las dosis de fármacos para la fiebre administradas deben ser las habituales y no necesitan un tratamiento diferente para la fiebre que el que se administra a los demás niños.

Y por último, os dejo un video que resume muy bien lo que son las convulsiones febriles:



14 de octubre de 2012

¿Qué es un episodio aparentemente letal en el lactante?

En mi última guardia de urgencias atendí de madrugada a un pequeñito de casi un mes de vida. La madre lo traía porque mientras dormía, empezó a tener dificultad para respirar hasta ponerse morado, los ojos se le pusieron hacia arriba, perdió el tono muscular y dejó de responder a estímulos durante unos segundos. Esta situación puede encuadrarse dentro de lo que se llama episodio aparentemente letal, del que hablaremos en este post.


Las primeras semanas de vida constituyen un período vulnerable en el que los sistemas de control de la respiración van madurando progresivamente. Los lactantes con una inmadurez y/o disfunción de estos mecanismos se encontrarán en riesgo de sufrir episodios aparentemente letales (EAL).
El 80% de los casos de EAL son lactantes menores de 12 semanas, siendo excepcional en mayores de 6 meses.

¿Cuales son los síntomas que aparecen?
Se trata de un episodio inesperado y brusco que impresiona de gravedad en el observador (generalmente los padres), quien cree que el niño está en situación de riesgo vital, y se caracteriza por:
- Apnea o dificultad para respirar.
- Cambios en el tono muscular: generalmente hipotonía, aunque también puede aparecer hipertonía, convulsiones, etc.
- Cambios en el color: palidez, cianosis o enrojecimiento facial.
- Atragantamiento y/o sofocación: regurgitación, vómito, secreciones, tos, etc.
Todo ello requiere una intervención significativa por parte del observador, en un intento de restaurar la respiración normal del pequeño, desde una sacudida vigorosa hasta la reanimación cardiopulmonar.


¿Qué enfermedades se asocian con el EAL?
EL 50% de los episodios suelen ser idiopáticos, es decir, su causa no se conoce. Las patologías que se asocian con más frecuencia son las infecciones respiratorias, el reflujo gastroesofágico y las convulsiones.
Dentro de las patologías gastrointestinales, el reflujo gastroesofágico es la causa conocida más frecuente de EAL en el lactante, aunque también se han relacionado los vólvulos, invaginaciones o anomalías en la deglución. Así, además de los síntomas antes referidos, pueden aparecer también vómitos, regurgitaciones o episodios de atragantamiento.
Hay numerosas enfermedades neurológicas que pueden dar lugar a un EAL: traumatismos, infecciones como meningitis o encefalitis, intoxicaciones, convulsiones o epilepsia, malformaciones, enfermedades degenerativas... Una de las causas más comunes dentro de esta área son las crisis epilépticas, que se caracterizan por dificultad respiratoria, pérdida de consciencia o del tono muscular, desviación de los ojos o de la cabeza, movimientos anormales de los ojos o somnolencia posterior al episodio.


En cuanto a las infecciones respiratorias es necesario descartar infección por virus respiratorio sincitial (bronquiolitis), influenza (gripe), pertussis (tos ferina) y otras infecciones menos frecuentes.
Hay enfermedades cardiológicas que también pueden ser responsables del EAL: arritmias cardíacas, alteraciones estructurales del corazón, intoxicaciones y efectos adversos de medicamentos...
Otras causas menos frecuentes son las de origen endocrino-metabólico (alteración de la glucemia, trastornos tiroideos, trastornos hidroelectrolíticos..) y los errores congénitos del metabolismo, malos tratos, reacciones adversas a medicamentos, alergia alimentaria, sepsis....

¿Cómo se diagnostica?
Todos los lactantes que han presentado un EAL deben ser ingresados y estudiados para conocer el origen de los síntoma, obtener un diagnóstico y aplicar un tratamiento médico o quirúrgico que solucione el problema. No obstante, como ya os he comentado, hay un grupo numeroso de lactantes en los que no encontraremos la causa del EAL.

6 de octubre de 2012

Cómo conservar y almacenar la lecha materna

No hace mucho os hablé de la importancia de la lactancia materna aquí. Hoy os traigo una serie de consejos en cuanto al almacenamiento y conserva de este preciado alimento para nuestros bebés. De esta forma, nuestros pequeños podrán disfrutar de la leche de la madre aún cuando la mamá esté ausente.



La leche materna resulta más fácil de conservar que la leche artificial. De cualquier forma, es necesario cumplir una serie de recomendaciones para preservar las condiciones de higiene y el valor nutricional de la leche materna. 

La leche materna puede conservarse a temperatura ambiente durante por lo menos 24 horas. Se puede conservar en la nevera durante al menos 8 días, y siempre intentando no guardarla en la puerta del frigorífico, ya que está más sujeta a cambios de temperatura.
También puede congelarse, después de haberla enfriado previamente. De esta forma puede conservarse entre tres y cuatro meses. La mejor forma para congelar la leche es mediante botellas de cristal.


Para descongelar la leche lo mejor es sumergir el recipiente en otro de agua caliente. Tras ello puede conservarse en la nevera durante un tiempo no superior a 24 horas. No debe congelarse de nuevo.
Así mismo, para calentarla, mejor no usar el microondas, ya que el calentamiento no es uniforme y pueden producirse "bolsas calientes" que pueden quemar la boca del bebé.